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viernes, 18 de diciembre de 2015

Usemos las neurociencias a nuestro favor para disminuir el estrés en el aprendizaje

Usemos las neurociencias a nuestro favor para disminuir el estrés en el aprendizaje


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2 de noviembre de 2015
Celia Rosa Fierro Santillán; México D.F.
IBERCIENCIA Comunidad de Educadores para la Cultura Científica.
El estrés no solo reside en los pensamientos, también implica alteraciones en las conexiones entre las neuronas y puede ser un obstáculo para el aprendizaje. Es tiempo de usar las neurociencias a nuestro favor para disminuir este tipo de estrés, no solo con pensamientos que induzcan tranquilidad, sino también mejorando la alimentación y el descanso de los estudiantes.
Doy clases de matemáticas pero con frecuencia hablo con mis estudiantes acerca de los procesos bioquímicos que ocurren en nuestro cerebro, así como de estrategias que les puedan ayudar a identificar pensamientos (una actitud más analitica) o conductas (tecnicas de aprendizaje) que podrían ser una barrera para lograr un aprendizaje significativo. 
Por lo regular, la analogía que más me gusta utilizar para explicar lo que ocurre en el cerebro humano es compararlo con una computadora. Como Ingeniera en Computación comprendo muy bien la diferencia que existe entre el hardware y el software de un ordenador. El hardware son los componentes físicos de la computadora, los circuitos, el cableado, todos los componentes que podemos ver y tocar; mientras que el software son los componentes lógicos, es decir los programas, intangibles pero esenciales para el buen funcionamiento de cualquier computadora.
En este sentido, las neuronas, los astrocitos y el líquido cefalorraquídeo son equivalentes al hardware, dado que constituyen la parte física del Sistema Nervioso Central, mientras que los pensamientos, las ideas y los sentimientos son equivalentes al software, la parte lógica e intangible. El proceso de aprendizaje requiere que ambos funcionen en armonía, en perfecta relación simbiótica.
En la experiencia cotidiana, a la mayoría de las personas nos parece claro, que una computadora con partes rotas o dañadas podría no funcionar y que en caso de que llegara a hacerlo, podría presentar muchos errores sin importar que tenga cargados los mejores y más sofisticados programas. Sin embargo, cuando se trata del cerebro humano, es común atribuirle a los pensamientos más poder del que en realidad tienen y omitir que los pensamientos solo son posibles si existe una parte física en donde se desarrollen, las neuronas, el cerebro.
Hace unos años se realizó un experimento en unas de las facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México. A un grupo de alumnos con bajas calificaciones y materias reprobadas se les dio tratamiento psicológico durante un semestre; dicho tratamiento estuvo enfocado a resolver los problemas de aprendizaje que presentaba cada estudiante, así como problemas familiares que influyeran en su desempeño académico, podríamos decir que esta terapia estuvo enfocada a resolver problemas de software, es decir problemas en los pensamientos.
Por otra parte, a otro grupo de estudiantes de la misma facultad, con características semejantes y los mismos problemas académicos se les proporcionó un desayuno o comida gratuitos durante todo el semestre sin ninguna terapia psicológica, buscando corregir el error de hardware, en este caso, pretender que los estudiantes aprendan, sin suministrarle al cerebro la energía suficiente para su funcionamiento.
El resultado fue que los estudiantes que recibieron solo la terapia psicológica mejoraron muy poco su rendimiento académico, mientras que los que recibieron alimentos mejoraron notablemente. Triste realidad que demostró que en este caso específico, el rezago académico era más un problema de mala alimentación que de actitud o pensamientos incorrectos de los estudiantes.
Soy profesora de bachillerato, muchos de mis estudiantes se levantan a las 4:30 am para llegar a su primera clase a las 7:00 am, la mayoría de ellos hacen recorridos de dos horas para llegar al Colegio, donde arriban medio somnolientos o peor aún sin desayunar, y a pesar de todo, con una buena actitud por aprender.
He notado en los últimos años que las nuevas generaciones de estudiantes viven con mucho más estrés que en la época en que yo fui estudiante de bachillerato.
Como dicen en México, los adultos mayores “En mis tiempos…” nos estresábamos por los exámenes parciales y un poco más por los finales, pero en general, la mayoría estudiaba, enfrentaba el examen y aprobaba el curso. Actualmente he notado un fenómeno entre mis estudiantes, la mayoria de ellos entienden bien los problemas y las ecuaciones que estudiamos y hasta hacen intervenciones muy brillantes durante las clases, sin embargo, durante el examen sufren un bloqueo por estrés que no les permite ver y entender cosas que son muy obvias o muy sencillas.
La palabra “examen” hace que pongan una carga emocional extra en un ejercicio que podrían resolver con facilidad si no le llamáramos examen; esto es un claro error de software, pensamientos que causan estrés y la percepción general es que basta con tranquilizarse. Se omite el hecho de que cuando estamos estresados liberamos varias hormonas y neurotransmisores como cortisol, adrenalina, glutamato, etcetera. Y que una vez liberadas no basta con un pensamiento de “ten calma” para que vuelvan a sus niveles normales.
El estrés no reside solo en los pensamientos (software). El estrés tiene una base fisiológica, es por lo tanto, también un problema de hardware, de la parte física de nuestro sistema nervioso, hay alteraciones en las conexiones entre las neuronas y por lo tanto no pueden comunicarse eficientemente entre ellas. Un cerebro estresado no puede resolver problemas de matemáticas tan eficientemente como uno no estresado, lo que es peor, podrían cometerse errores como “dos por ocho son catorce”.

Es tiempo de usar las neurociencias a nuestro favor, enseñar a nuestros jóvenes a manejar el estrés no solo con pensamientos que induzcan tranquilidad, sino también mejorando la alimentación y el descanso. Estudiantes menos estresados, aprenden mejor y más eficientemente pero sobre todo, son más felices y se sienten más satisfechos con lo que hacen.

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