Domingo 26 de octubre del 2014 | 00:14
Hoy reconocemos que Murasaki Shikibu, considerada como la mayor escritora de Japón, es una de las novelistas más grandes de la humanidad.
Escritor
Aunque murió hace exactamente mil años, Murasaki Shikibu (c. 978-1014) parece más viva que nunca. Considerada en el Japón como la mayor escritora de su historia, hoy, que se ha reducido la distancia entre Oriente y Occidente, habrá que reconocer que, simplemente, es una de las novelistas más extraordinarias que ha dado la humanidad. Si antes no lo hacíamos, eso se debía a las dificultades para acceder a El relato de Genji, su obra maestra, del que solo existían versiones compendiadas (¡el original suma unas tres mil páginas!) o retraducidas de otros idiomas. Ahora, por fortuna, se cuenta con la primera traducción directa al español, a cargo de Hiroko Izumi Shimono e Iván A. Pinto Román, quienes han dedicado más de una década a este trabajo.
El volumen inicial de esta edición sin precedentes ha sido lanzado el año pasado en Lima, gracias al Fondo Editorial de la Asociación Peruano-Japonesa.
Se ignora su nombre real (Murasaki Shikibu es un seudónimo), aunque tal vez se llamara Fujiwara Takako. Nacida en la ciudad de Heian-kyo (la futura Kioto), provenía de una familia ilustrada, que pertenecía al clan Fujiwara. Su bisabuelo y abuelo fueron destacados poetas. Su padre sobresalió como estudioso de los clásicos chinos y le dio una esmerada educación. Vivió en la casa paterna, lo que era inusual en el periodo Heian (794-1185), donde los maridos y las esposas con los hijos habitaban en residencias separadas.
Sus notables aptitudes para las letras se revelaron desde su infancia, lo que hizo que su padre lamentara que no hubiera nacido varón. Pese a ello, accedió a una formación poco ortodoxa, reservada a los hombres. Por entonces, prevalecía la idea de que las mujeres no contaban con mayores dotes intelectuales, razón por la que no se les enseñaba la lengua china. Sin embargo, el japonés escrito empezaba a consolidarse mediante la adopción del silabario kana, que utilizaba abreviaturas de los caracteres chinos. Y, si bien los funcionarios escribían en chino, el idioma oficial, las damas de la nobleza se valían del kana, que sería la base formal de la literatura japonesa.
Murasaki Shikibu se casó y tuvo una hija, pero su esposo murió dos años después de su enlace. Hacia 1005 fue invitada a unirse a la corte imperial como dama de compañía de la emperatriz Shoshi. En esa etapa completó El relato de Genji, que ha sido valorado como el primer antecedente de la novela psicológica moderna. Esta extensa saga refiere las peripecias galantes de Genji, el ‘príncipe brillante’, y ofrece una visión única de las costumbres cortesanas del periodo Heian. Su tema es la fragilidad de la existencia y las tribulaciones que acarrean las pasiones amorosas. La autora describe con perspicacia la complejidad de las relaciones humanas y su prosa elegante a menudo recurre a la poesía.
Murasaki Shikibu fue una escritora genuina, dueña de una voz singular. La gente solía tildarla de pretenciosa, intratable y distante, sin duda por su refinamiento, pero, sobre todo, porque era una mujer que tenía algo importante que decir.
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