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viernes, 25 de julio de 2014

Paulo Coelho

El Alquimista. Paulo Coelho


Mezquita de Córdoba
El muchacho se llama Santiago y era pastor en Andalucía. Hijo de una humilde familia campesina, sus padres habían conseguido que estudiara para sacerdote.
Pero el chico siempre había soñado con ver mundo, y por eso abandonó el seminario, compró un rebaño de ovejas y empezó a recorrer los caminos.
 
Así empezó su propia búsqueda, casi sin darse cuenta. Dos años después de partir de su casa, una gitana le interpretó un sueño y le predijo que un gran tesoro estaba esperándole en las Pirámides de Egipto, por lo que Santiago se decidió a cruzar el Estrecho y encaminarse al país de los faraones.
  

Pero su viaje se acabará convirtiendo en un inesperado trayecto por el interior del Mundo y de las Cosas.
El pastor, paso a paso, comprenderá la verdad de su existencia y aprenderá a vivir en completa y continua comunicación con el Mundo, pasando a formar parte de Todas las Cosas, porque la suya es una Búsqueda Personal, un camino de superación, una senda abierta que le descubrirá los secretos y las razones.

Su tesoro estará esperándole en las Pirámides, o quizá no, pero dará igual, porque tiene un sueño que cumplir y, mientras lo persiga, dará un sentido a su existencia. El desierto, el oasis, la guerra, los compañeros, el amor..., serán lo hitos que le guiarán a través de todos los interrogantes hacia todas las respuestas.


Yendo por el camino, entraron en un pueblo.
Y una mujer, llamada Marta, lo hospedó en su
casa.
Tenía ella una hermana, llamada María, que se
sentó a los pies del Señor y permaneció escu-
chando sus enseñanzas.
Marta se agitaba de un lado a otro, ocupada en
muchos menesteres. Entonces se aproximó a Je-
sús y le dijo:
-¡Señor!¿No te importa que yo esté sirviendo
sola? ¡Ordena a mi hermana que venga a ayu-
darme!
Respondió el Señor:
-¡Marta! ¡Marta! Andas inquieta y te preocu-
pas por muchas cosas.
"María, en cambio, eligió la mejor parte, y ésta
no le será arrebatada.
                                              Lucas X, 38-42

El Alquimista cogió un libro que alguien de la caravana había traído. El volumen estaba sin tapas, pero logró identificar a su autor: Oscar Wilde. Mientras lo hojeaba, encontró una historia sobre Narciso.
El Alquimista conocía la leyenda de Narciso, un hermoso muchacho que todos los días que todos los días iba a contemplar su propia belleza en el lago. Estaba tan fascinado por sí mismo que un día cayó dentro del lago y murió ahogado.
En el lugar donde cayó nació una flor a la que llamaron narciso.
Pero no era así como Oscar Wilde ponía fin a la historia.
Él decía que cuando Narciso murió, vinieron las Oréiadas -diosas del bosque- y vieron el lago transformado... 




 El muchacho se llamaba Santiago. Llegó a la pequeña iglesia abandonada cuando ya estaba anocheciendo. El sicomoro todavía continuaba en la sacristía, y aún podían verse las estrellas a través del techo semiderruido.


Autor: Paulo Coelho
Título: O Alquimista
Traducción del portugués: Juan Godo Costa
Editorial: Ediciones Obelisco, S.L.
Ilustración: Mark Bannerman
Nº Páginas: 171

Nació en Río de Janeiro en 1947. Hijo de una familia acomodadainició estudios de Derecho aunque su espíritu inquieto no soportó la rigidez académica y dejó la universidad antes de acabarlos.
 
A partir de ahí hizo un poco de todo: dirigió un periódico alternativo, enseñó teatro, trabajó como profesor...hasta que se lanzó a viajar por el mundo, lo que le llevó a Europa. Fue allí donde halló el estado de ánimo y la energía necesarios para cumplir un viejo sueño que tenía desde niño: ser escritor.
 
Publicó su primera novela, El diario de un mago, a la que siguió El alquimista y Paulo Coelho se convirtió rápidamente en un auténtico fenómeno editorial. Ha publicado también Brida y Las Walkirias.

Por qué es tan malo Paulo Coelho, por Héctor Abad Faciolince

Por qué es tan malo Paulo Coelho,

Héctor Abad Faciolince 
por Héctor Abad Faciolince 

Traducido a 56 idiomas, publicado en 150 países, con más de 54 millones de libros vendidos, a Paulo Coelho hay que reconocerle al menos una virtud: es una mina de oro para sí mismo y para las editoriales. 

En su libro de mayor éxito, El alquimista (1988), un pastor de ovejas andaluz viaja hasta las pirámides de Egipto en busca de un tesoro. Antes de llegar a su destino se encuentra con el gran mago que posee los dos pilares de la sabiduría alquímica, es decir, sabe destilar el elíxir de la larga vida y ha fabricado un huevo amarillo, la piedra filosofal, con cuya ralladura se puede convertir en oro cualquier otro metal.

En su viaje hacia las tumbas de los faraones el alquimista le ha revelado al muchacho otro secreto: “Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando”
Luego le explica que si no todos encontramos este tesoro personal, es porque “los hombres ya no tienen interés en encontrarlo”. Sospecho que muchos desgraciados se consuelan creyendo semejante ingenuidad. Vista descarnadamente, es sólo una simpleza o una pía ilusión. 
Sin embargo hay algo que tenemos que conceder, y es que sin duda Paulo Coelho encontró su propio tesoro, en cierto sentido su piedra filosofal: la ralladura sosa y rosa y empalagosa de su prosa se convierte —como por arte de magia— en oro editorial, en millones de copias de consumo masivo de mediocridad.

Pero ¿cómo lo hace? ¿Y por qué, siendo un escritor tan rudimentario en el uso del lenguaje, tan pobre en el pensamiento y tan elemental en sus recursos estilísticos, consigue tocar la sensibilidad de tanta gente?

No voy a dar la respuesta más obvia e inmediata, la que todos dan: Si Coelho vende por sí solo más libros que todos los demás escritores brasileños juntos, esto se debe precisamente a que sus libros son tontos y elementales. Si fueran libros profundos, complejos literariamente, con ideas serias y bien elaboradas, el público no los compraría porque las masas tienden a ser incultas y a tener muy mal gusto. Claro que en los millones de ejemplares vendidos hay algo de esto. Pero también existen muchísimos libros tan malos como los de Coelho que no tienen ningún éxito y, al contrario, hay unos cuantos libros excelentes y literariamente impecables que se venden por millones. En vez de tranquilizarnos con respuestas facilistas y tautológicas (el vulgo es vulgar, el mercadeo vende), conviene examinar con cuidado los libros de Coelho y no desdeñarlos de entrada con altivo esnobismo. Me he impuesto el ejercicio de leerlos para tratar de descubrir en qué estrategias temáticas y narrativas podría residir su extraordinario éxito editorial.

La primera respuesta que me di, apenas empezando la lectura de algunos de sus libros, fue que quizá Coelho disfrazaba de misterio y asombro las puras tonterías. Oigan esta, por ejemplo: “Era un día caluroso y el vino, por uno de estos misterios insondables, conseguía refrescar un poco su cuerpo”.
De verdad, qué misterio insondable que un líquido quite la sed. Después me di cuenta de que sus técnicas narrativas no se agotan en la simple estupidez; son algo más hábiles y algo menos burdas. Para empezar, los libros de Coelho explotan hábilmente un universal humano: nuestra fascinación por los poderes de adivinación y conocimiento sobrenaturales. Ya Thomas Hobbes en su clásicoLeviatán (1651) señalaba la irresistible atracción (y por lo tanto el fácil engaño) que padecemos los seres humanos ante todo tipo de presagios. Es una tradición muy antigua (una socorridísima mina de oro, una piedra filosofal) explotar esta debilidad de nuestra psicología. Copio el resumen que hace Hobbes de estos engaños, el cual es preciso y exhaustivo, y parece a su vez un resumen de las técnicas de seducción esotérica que Coelho utiliza en sus libros:

“Así se hizo creer a los hombres que encontrarían su fortuna en las respuestas ambiguas y absurdas de los sacerdotes de Delfos, Delos, Ammon y otros famosos oráculos, cuyas respuestas se hacían deliberadamente ambiguas para que fueran adecuadas a las dos posibles eventualidades de un asunto (…). A veces en las frases desprovistas de significado de los locos, a quienes se suponía poseídos por un espíritu divino: a esta posesión se la llamaba entusiasmo, y a estos modos de predecir acontecimientos se les denominaba teomancia o profecía. A veces en el aspecto que presentaban las estrellas en su nacimiento, a lo cual se llamaba horoscopia. A veces en sus propias esperanzas y temores, en lo llamado tumomancia o presagio. A veces en las predicciones de los magos, que pretendían conversar con los muertos, a lo cual se llamabanigromancia, conjuro y hechicería, y no es otra cosa sino impostura y fraude. A veces en el vuelo casual o en la forma de alimentarse las aves, lo que llamaban augurio. A veces en las entrañas de los animales sacrificados, a lo que llamaban aruspicina. A veces en los sueños; a veces en el graznar de los cuervos o el canto de los pájaros. A veces en las líneas de la cara, a lo que se llamaba metoposcopia; o en las líneas de la mano, palmis­teria; o en las palabras casuales, omina. A veces en monstruos o accidentes desusados, como eclipses, cometas, meteoros raros, temblores de tierra, inundaciones, nacimientos prematuros y cosas semejantes, lo que se llamabaportenta y ostenta, porque parecían predecir o presagiar alguna gran calamidad venidera. A veces en el mero azar, como en el acertijo de cara y cruz, en el juego de elegir versos de Homero y Virgilio, y en otros vanos e innumerables conceptos análogos a los citados. Tan fácil es que los hombres crean en cosas a las cuales han dado crédito otros hombres; con donaire y destreza puede sacarse mucho partido de su miedo e ignorancia”.

Veamos de qué manera, “con donaire y destreza”, Paulo Coelho le saca partido a nuestra credulidad, a nuestras debilidades y a nuestra ignorancia. Me limitaré inicialmente a El alquimista, su obra más leída, pero el mismo procedimiento se puede rastrear en otros libros suyos. El pastor de ovejas andaluz, al principio del cuento, tiene un sueño y va donde una adivina para hacérselo interpretar. Qué deleite; la gitana no sólo le interpreta el sueño (“los sueños son el lenguaje de Dios”) sino que también le lee la mano. Los sueños del protagonista son el leitmotiv del libro, y es a través de ellos como poco a poco se acerca a su tesoro en el periplo Andalucía-Pirámides-Andalucía. Para que un mago cobre prestigio como persona capaz de predecir el futuro, mucho le conviene obrar el prodigio de adivinar el pasado. Éste es el paso siguiente en el libro de Coelho: un adivino escribe sobre la arena los episidios más significativos del pasado del joven protagonista, incluyendo la primera vez que se hizo la paja. Cabe aclarar que esta íntima revelación se expresa con palabras mucho más recatadas: “Leyó cosas que jamás había contado a nadie, como (…) su primera y solitaria experiencia sexual”.

El tono sapiente (de una sapiencia falsa, pero en fin) y el ambiguo lenguaje oracular se van soltando en pequeñas dosis a lo largo del libro. Les copio algunos ejemplos: “Cuando deseas alguna cosa, todo el Universo conspira para que puedas realizarla”; “La vida quiere que tú vivas tu Leyenda Personal”; “Todo es una sola cosa”; “Existe un lenguaje que va más allá de las palabras”; “Dios escribió en el mundo el camino que cada hombre debe seguir: sólo hay que leer lo que Él escribió para ti”; “Cualquier cosa en la faz de la tierra puede contar la historia de todas las cosas”. Pero además de este tipo de enseñanzas baratas, de seducción infalible a pesar de su pésimo gusto intelectual, el uso de la magia tradicional también va apareciendo capítulo tras capítulo. Así, el protagonista, al promediar el libro, “acompaña con los ojos el movimiento de los pájaros”. Mira las aves: “De repente, un gavilán dio una rápida zambullida en el cielo y atacó al otro. Cuando hizo este movimiento, el muchacho tuvo una súbita visión: un ejército, con las espadas desenvainadas, entraba en el oasis”. Es el clásico augurio, aunque bastante tosco, pues en vez de descifrar el acertijo del vuelo de los pájaros, al pastor le basta verlo para tener visiones.

Hay un ingrediente adicional que hace más eficaz el recurso al pensamiento esotérico. Para volverlo doctrinalmente inofensivo, para despojarlo de todo peligro satánico, Coelho lo combina con dosis adecuadas de cristianismo tradicional: citas de la Biblia, cuadros del Sagrado Corazón de Jesús, rezos del Padrenuestro… El público mayoritario no se siente en pecado porque lee herejías, y el narrador, al tiempo que se hace pasar por alguien dotado de poderes paranormales (capaz incluso de telepatía), deja saber que él es también un buen cristiano, a pesar de sus coqueteos con la magia. Hasta aquí algunos elementos temáticos que ayudan a entender, en parte, el favor de Coelho entre los lectores. Pero además de lo temático, conviene señalar también algunas estrategias narrativas del autor brasileño. Sus técnicas para ir tejiendo la trama son tan elementales que me recordaron de inmediato el estudio clásico sobre las formas canónicas del cuento infantil. Vladimir Propp, uno de los padres de la narratología, publicó en Leningrado su monumental Morfología del cuento infantil (1928). 
El principal mérito de este gran trabajo consiste en haber hallado, por encima de los argumentos superficiales de cada cuento, una serie de elementos formales repetitivos. 
Mirados al microscopio, es posible descubrir que en todos los cuentos de hadas los personajes, por distintos que sean, acometen siempre las mismas acciones, se ven envueltos en situaciones o “motivos” análogos. 
Como señala Propp, “cambian los nombres de los personajes, pero no sus acciones, o funciones, por lo que se puede concluir que el cuento le atribuye operaciones idénticas a personajes distintos”. No voy a decir que Coelho leyó a Propp, estudió cuáles son las “funciones” más elementales del relato tradicional descubiertas por el ruso, y con esta receta se dedicó a escribir el oro en polvo de sus novelas. Eso sería muy sofisticado. 

La cosa es más simple: Coelho usa, intuitivamente y con alguna destreza, las estructuras más primitivas del cuento infantil. 

Tomen ustedes cualquiera de los libros de Coelho y verán lo fácil que resulta identificar situaciones como las siguientes, señaladas por Propp en su Morfología: “El héroe abandona la casa”; “el héroe es puesto a prueba o interrogado”; “el héroe se pone en contacto con alguien que le dará un don”; “el héroe recibe un objeto mágico”; “el héroe cae en desgracia”; “el héroe se traslada o es llevado al lugar donde está el objeto de su búsqueda”; “el héroe lucha con un antagonista”; “el héroe regresa”; “el antagonista es castigado”; “el héroe se casa y sube al trono (u obtiene grandes riquezas)”.

Es inútil cansarlos con los ejemplos detallados en que las historias de Coelho parecen calcar literalmente estos esquemas elementales. Les puedo asegurar que, al menos en sus primeros libros, el brasileño repite paso a paso las estructuras narrativas reveladas por el gran formalista ruso hace casi un siglo (y éstos sí que son pronósticos: Propp no sólo describió la tradición popular, sino que anticipó las recetas de un gran éxito editorial).

Los libros más recientes de Coelho, por ejemplo el último, Once minutos (2003), son un poco menos rudimentarios que aquellos primeros títulos que lo lanzaron a la fama. En este caso la trama, nutrida por algunos elementos realistas (para esta novela Coelho usó el testimonio de prostitutas existentes), es menos infantil, menos predecible. En todo caso es posible que el inevitable desencanto que viene con los años haya hecho que este último libro de Coelho sea menos ingenuo. Pero el buen gusto estético e intelectual es muy difícil de adquirir, y por lo mismo Once minutos (el cálculo de Coelho de lo que dura un coito), aunque menos esquemático, es un libro incluso más cursi que los anteriores. No quiero afirmar nada que no pueda demostrar con citas textuales. 
¿Cuántos ejemplos necesitan para convencerse de la irremediable cursilería deOnce minutos? 
Podría usar un número mágico, de esos que les encantan a los autores de cuentos infantiles, siete, o tres. Para no exagerar, me voy a limitar a tres momentos: 
1. La protagonista (prostituta brasileña que trabaja en Suiza, y la sola situación es ya de un sentimentalismo telenovelesco), se encuentra con un pintor joven que la invita a su casa. Ella observa que la casa es grande y está vacía. Entonces concluye: “Debía de tener dinero de verdad. Si estuviese casado no osaría hacer aquello porque siempre había gente mirando. Entonces era rico y soltero”. 
2. En el final feliz de la novela este mismo pintor se le aparece a la muchacha con flores: “Ralf llevaba un ramo de rosas, y los ojos llenos de luz que ella había visto el primer día, cuando la pintaba”.
El rico y soltero que en la última página se aparece con un ramo de rosas y se lleva a la muchacha a conocer París es una situación tan perfectamente cursi que, por kitsch, creo que ni Corín Tellado se atrevería a ponerla en una fotonovela. Pero al promediar el libro hay otro momento todavía peor: 
3. La prostituta le hace un regalo al pintor del que se empieza a enamorar. Abre el bolso y busca su bolígrafo. Dice: “Tiene un poco de mi sudor, de mi concentración, de mi voluntad, y ahora te lo entrego. (…) Tú tienes mi tesoro: el bolígrafo con el que he escrito algunos de mis sueños”. 
Fuera de la ridiculez de la frase, que es única, hay algo todavía más perturbador: al leerla uno se imagina que el autor está copiando aquí su propia vida. 
Me parece ver la escena; el multimillonario que ha vendido 54 millones de ejemplares con tantas revelaciones de su estro poético, le muestra a una muchacha el objeto mágico (y fálico) con que la va a conquistar. Le dice, pensando ya en el colchón de la suite que los espera: “Te entrego mi tesoro: el bolígrafo con el que he escrito algunos de mis sueños”. Debe tener un bolígrafo para cada día, cada hotel y cada viaje. 
Y algo más triste: seguramente algunas víctimas, igual que miles de lectores, se dejarán conquistar con semejante frase y semejante halago. Claro que esto último es lo único que no puedo demostrar de todo lo que he dicho sobre Coelho en este artículo. Esta última situación tan sólo la supongo y es sólo una hipótesis sin fundamento, producto de una mente malpensada; todo lo demás lo he tomado directamente de sus libros. 

viernes, 18 de julio de 2014

¿Por qué Noam Chomsky desconfía de Internet?

En diálogo con BBC Mundo, el reconocido intelectual desmiente mitos de la red y plantea dudas sobre sus beneficios. “Los usos constructivos de Internet son pocos”, dijo desde el MIT


¿Por qué Noam Chomsky desconfía de Internet?
El telégrafo y las bibliotecas públicas tuvieron un impacto mucho mayor en las comunicaciones y el acceso a la información que Internet.
Eso le dijo a BBC Mundo Noam Chomsky desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), el mismo lugar donde en 1962 el informático John Carl Robnett Licklider concibió por primera vez la idea de una red global.
Activista político y ácido crítico del poder, Noam Chomsky cree que las revelaciones del exanalista de inteligencia Edward Snowden sobre el espionaje en Estados Unidos son una prueba de que los gobiernos pueden aliarse con las grandes corporaciones para usar la red contra los ciudadanos.
Considera, además, que los lentes de Google son “orwellianos y ridículos” y que Internet puede aislar y radicalizar a las personas.
El académico que revolucionó la lingüística y ha escrito más de cien libros reconoce que la red puede ser valiosa y él mismo la usa todo el tiempo, pero desde su oficina en Cambridge, Estados Unidos, desmitifica su impacto y se pregunta sobre sus consecuencias.
INTERNET VS. TELÉGRAFO
“Internet representa un cambio, pero ha habido cambios mayores cuando uno mira el último siglo y medio”.
“La transición entre la comunicación que permitía la navegación a vela y la que permitió el telégrafo fue mucho mayor que la que generan las diferencias entre el correo tradicional e Internet”.
“Hace 150 años si mandabas una carta a Inglaterra, la respuesta podía demorar unos dos meses, porque viajaría en barco, y quizás ni siquiera llegaría a su destino”.
“Cuando surgió el telégrafo la comunicación se volvió prácticamente instantánea, y ahora que tenemos Internet es sólo un poco más rápida”.
INTERNET VS. BIBLIOTECAS
“Hace un siglo, cuando se instalaron bibliotecas públicas en la mayoría de las ciudades estadounidenses, la disponibilidad de información y el incremento en la riqueza cultural fue ampliamente mayor que el que genera Internet”.
“Ahora no tienes que cruzar la calle para ir a la biblioteca, puedes tener acceso a información en tu propio living, pero la información ya estaba allí, cruzando la calle”.
La diferencia entre Internet y una biblioteca es más pequeña que la diferencia entre la ausencia de una biblioteca y una biblioteca… En la biblioteca además al menos puedes confiar en que el material tendrá cierto valor porque pasó por cierto proceso de evaluación”.
“Internet es una suma de ideas azarosas y es difícil distinguir entre lo que alguien pensó mientras cruzaba la calle y lo que otro estudió en profundidad”.
¿MÁS UNIDOS O MÁS SEPARADOS?
“Caminar hablando por teléfono es una forma de mantenerse en contacto con otros, pero, ¿es un paso adelante o un paso hacia atrás?” “Yo creo que probablemente sea un paso hacia atrás, porque está separando a la gente, construyendo relaciones superficiales”.
“En vez de hablar con las personas cara a cara, de conocerlas a través de la interacción, hay una especie de carácter casual de esta cultura en desarrollo”.
“Conozco adolescentes que creen que tienen cientos de amigos, cuando en realidad están muy aislados”. “Cuando escriben en Facebook que mañana tienen un examen, alguien les responde ‘espero que te vaya bien’ y conciben eso como amistad”.
“Todavía no he visto ningún estudio, pero pienso que la nueva tecnología está aislando a las personas en un grado importante, está separándolas unas de otras”.
¿MÁS O MENOS ABIERTOS DE MENTE?
“Internet entrega acceso instantáneo a todo tipo de ideas, opiniones, perspectivas, información. ¿Eso ha ampliado nuestras perspectivas o las ha hecho más estrechas?”
“Yo creo que ambas. Para algunos las ha ampliado. Si sabes lo que estás buscando y tienes un sentido razonable de cómo proceder, Internet puede ampliar tus perspectivas”. “Pero si te aproximas a Internet de manera desinformada, el efecto puede ser el opuesto”.
La mayoría usa Internet como entretenimiento, diversión. Pero de la minoría que la usa para adquirir información, lo que se puede ver es que las personas localizan muy rápidamente sus sitios favoritos y los visitan porque refuerzan sus propias ideas”.
“Entonces te vuelves adicto a esos sitios, que te dicen lo que estás pensando y no miras otros”. “Eso tiene un efecto de auto reforzamiento; el sitio se vuelve más extremista, y tú te vuelves más extremista y te separas más de los demás”.
SIN SECRETOS
“Sólo por propósitos comerciales, Google, Amazon y el resto están coleccionando enormes cantidades de información de las personas; información que yo creo que no deberían tener”.
Rastrean tus hábitos, tus compras, tu comportamiento, lo que haces y están tratando de controlarte dirigiéndote en determinadas direcciones”.
“Y creo que lo están haciendo en niveles que exceden a lo que el gobierno hace. Así que el gobierno les está pidiendo ayuda”.
“Los más jóvenes, muy a menudo no ven ningún problema en esto. Viven en una sociedad y una cultura exhibicionistas, donde colocas todo en Facebook, donde quieres que todo el mundo sepa todo sobre ti. Así que el gobierno también sabrá todo sobre ti”.
¿UNA TECNOLOGÍA NEUTRA?
“Cuando los medios para hacer algo están disponibles y son fáciles de acceder, son tentadores y la gente, especialmente la más joven, tiende a usarlos”.
“Internet es una tecnología que está disponible, hay mucha presión por usarla, todo el mundo quiere decir ‘yo esto, yo lo otro’. Hay un componente de autovaloración”.
“Pero también hay toneladas de publicidad… Internet se mercadea a sí misma como un medio para comunicarnos y conectarnos, y hasta cierto nivel, eso es cierto: puedo contactar amigos auténticos en diferentes partes del mundo, en India, en Medio Oriente, en Chile, en cualquier lugar”.
“Y puedo interactuar con ellos de una forma que sería muy difícil por correo”. “Pero por otro lado,Internet también tiene el efecto opuesto. Es como cualquier tecnología: es básicamente neutra, puedas usarla en formas constructivas o dañinas. Las formas constructivas son reales, pero muy pocas”.

sábado, 12 de julio de 2014

Noam Chomsky: "Cómo arruinar una economía en tres sencillos pasos"

Noam Chomsky: "Cómo arruinar una economía en tres sencillos pasos"

Publicado: 22 feb 2014 | 13:24 GMT Última actualización: 22 feb 2014 | 13:24 GMT
Durante un simposio de economía en Boston, grabado en video y publicado en YouTube, Noam Chomsky explicó "cómo arruinar una economía y una sociedad" en tres sencillos pasos, poniendo como ejemplo el modelo de EE.UU. conducido por "líderes suicidas".
"Supongamos que por alguna razón perversa estamos interesados en arruinar una economía y una sociedad […] y para hacerlo más interesante, seleccionemos la sociedad más rica y poderosa de la historia, una con ventajas incomparables, una que tengamos a mano, concretamente, la nuestra propia", comenzó Chomsky su intervención.

El actual clima económico que vive EE.UU., se debe, en su opinión, a factores como los recortes en la financiación federal en investigación y desarrollo y la creciente brecha entre el 1% más rico del país y todos los demás ciudadanos.

Esto no sucede como un tornado, sino que es el resultado de políticas deliberadas desarrolladas durante aproximadamente la última generación 
"El sistema es tan disfuncional", explica, que ya no puede asignar el trabajo que es necesario hacer a las personas que están deseosas de hacerlo, usando los recursos disponibles, tal como sería posible "si la economía estuviera diseñada para cubrir las necesidades humanas".

"Esto no sucede [repentinamente] como un tornado, sino que es el resultado de políticas deliberadas desarrolladas durante aproximadamente la última generación", denuncia. En su opinión, se trata de políticas diseñadas para "asegurarse de que EE.UU. y otras economías caigan" arrastrando a una abrumadora mayoría de la población. 

¿Pero cómo se arruina una economía tan poderosa como la estadounidense? En tres simples pasos, explica el profesor.

1. Recortando gastos en la investigación y el desarrollo dinámico patrocinado por el Estado que posibilita los avances en la tecnología de la información y la medicina.

2. Socavando la salud económica del país fomentando el crecimiento de las instituciones financieras, "dándoles rienda suelta a través de la desregulación y utilizando el poder del Estado para subestimar los riesgos".

3. Convenciendo al público de que los comportamientos alentados por las instituciones financieras son "racionales", y no tienen ningún impacto en el futuro.

Los dirigentes de EE.UU. están llevando a cabo "políticas que ascienden [a la categoría] de suicidio económico", advirtió.


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/economia/view/120629-noam-chomsky-arruinar-economia-tres-pasos

lunes, 7 de julio de 2014

La autonomía universitaria, a propósito de una nueva ley

La autonomía universitaria, a propósito de una nueva ley


René Ortiz

Docente del Departamento de Derecho y secretario general de la PUCP
La autonomía universitaria es la libertad indispensable para conservar el espíritu crítico que nace de constatar la naturaleza incompleta e imperfecta del conocimiento humano, decía un antiguo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y creo que sigue teniendo razón.
A partir de esta afirmación, entendemos que la universidad es el lugar privilegiado para cultivar el sentido crítico, indispensable cuando se toca la frontera del conocimiento, cuando se hace avanzar la ciencia. El profesor español Tomás-Ramón Fernández lo sintetizaría así: “La autonomía de la universidad es, pues, autonomía para la ciencia y no para otra cosa”.
Ahora bien, estas afirmaciones pueden llevar a creer que la actividad académica tiene una existencia neutra políticamente hablando. Mas ello no es así. Como consecuencia de lo dicho, y de modo inherente, la autonomía universitaria es una condición política porque ese saber nuevo forma a la persona, ejerce por tanto un dominio y nos relaciona con la verdad.
La universidad y más precisamente la comunidad universitaria no son ajenas a esta comprensión política de su autonomía. Con Marcos Kaplan, creemos firmemente que “la universidad nunca ha sido un mero reflejo o producto de estructuras y fuerzas, ni simple instrumento de una clase, institución o poder. Tampoco ha sido mera sede de un saber desencarnado, de una especulación abstracta, de una producción y distribución rutinarias de conocimientos, ni de una libertad académica en abstracto, al margen de fuerzas, procesos y situaciones históricas”.
Esta naturaleza política de la universidad nos lleva a pensar que la autonomía universitaria es una suerte de pacto social entre la sociedad y la comunidad universitaria, es decir, un acuerdo político sobre lo que la sociedad le encomienda a la universidad y lo que la universidad le pide a la sociedad para proceder y cumplir, en el entendimiento de que el encargo no supone solo actividades específicas, como educar, sino fines y objetivos por alcanzar de cuyo contenido debe hacerse cargo la propia universidad. Este acuerdo no es estático, expresa una relación dinámica que se recrea incesantemente. Como tal, tiene episodios de tensión.
Con vistas a y en pro de este proceso de autorrealización, el Estado, que representa a la sociedad, celebra este acuerdo que define o delimita la autonomía universitaria mediante un instrumento jurídico. La ley universitaria es el pacto social que, regulando la autonomía universitaria consagrada constitucionalmente, recoge las expectativas y esperanzas de unos y otros acerca de la universidad, y las dispondrá y procesará para lo venidero.
En 1902, el texto de la ley contenía la relación de facultades y de cursos que debía dictar cada facultad, por ejemplo, la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos; hoy, en el 2014, el texto de la ley contiene la forma como puede organizarse y proceder académicamente una universidad. Esto es lo que se espera ahora de esta. La confianza depositada en ella es enorme.
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